En la torre desholada
de una iglesia, su campana
tristemente está llorando
lágrimas negras de sudario.
La tristeza de su canto
por montañas y por llanos
su dolor va pregonando
y consuelo anda buscando.
La campana su abandono
a las nubes va contando,
es tan triste su relato
que su angustia ha contagiado
a los cuervos solitarios
que se perchan refugiando
en el hueco adolorido
del recuerdo entristecido.
La campana está llorando;
y su llanto esta arreciando
a los prados desganados,
a los ríos olvidados,
a cielos aborrascados
y en los mares de martirio,
en sus aguas va ahogando
su dolor y su quebranto.
Ay! campana es tu tañido;
viento frío del camino,
polvo inerte del espacio
donde quedó arrinconado
la incocencia y el encanto
de mi pueblo tan querido
donde niño fuí arrullado
por tu otrora dulce canto.
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© 2012 Madrigal.
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