Era tarde de estío
y en el morro afilado, solitario
negras velas se mecian en el viento
bajo el mirar sombrío
de un viejo marinero.
que en loco desvaríos de recuerdos
rie lágrimas que enmudece a los cielos.
Se fue siendo niño, con el compás
de su destino. Dejando tan solo
puerto y mar como silentes testigos.
Recorrió mares y surco las horas
de penas y tristezas, y abandono
la cordura en vacío navegar.
Con su brújula rota
en el mundo de los cuerdos, no tiene
lecho ni tiempo. Loco! Loco! graznan
las gaviotas al compás de las olas
y él viejo marinero
con su mirar sombrío
llora, risas de grises caracolas.
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© 2012, Madrigal. Poema registrado.
Todos los derechos reservados.
Se permite la reproducción citando al autor.
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