Un viejecito de caminar lento, poco a poco se acerca a la orilla de un rio casi seco, y con mucho esfuerzo se sienta en una humilde roca. Su cabeza apoya en el baston de palo , fiel compañero de caminatas cansadas. Fija su mirada en el lastimero cauce que sus recuerdos lleva. Cierra sus ojos, toma un suspiro y el olor de la montaña, del bosque regresa y con él, el sonido fuerte y claro del rio donde tantas veces de niño jugara.
La tarde a dado paso a la fria noche y ha traído consigo, el canto de aves nocturnas y pasos escurridizos de cientos de animalitos...ecos de mejores tiempos. Cuando el invierno era un respiro, en donde el calor de amigos y familia, alimentaban las fogatas que esperaban el mágico momento. Jovenes y viejos, ansiosas aguardaban la llegada del contador de historias, de una voz tan vieja como las montañas que contaba historias de honor y de gloria, cuando el hombre a la tierra promesas hiciera, de honrar a todos sus criaturas grandes y pequeñas. Mientras que en el cielo las nubes paseaban felices, bajo la indulgente mirada de una luna pagana. Pero se han acabado las fogatas, ya nadie recuerda las viejas historias, la tierra y los cielos heridos se encuentra.
El cansado anciano de pronto despierta bajo el gélido viento de antiguos recuerdos. Con gran dolor en su pecho el viejecito se pregunta, en donde quedaron los sueños, porque las promesas con el viento se fueron? El último contador de historias con mucho trabajo de la roca se levanta, y su triste figura se pierde en la nada.
Pero entre las sombras nocturnas de la vieja montaña, una fogata ilumina siluetas de antaño que clemencia imploran a la madre tierra, por todos aquellos que su promesa rompieron.
________________________________________________
©2012 Madrigal.
Poema registrado. Todos los derechos reservados.
Se permite la reproducción citando al autor.
No comments:
Post a Comment