Cielo Prometido

Tras las rejas del más negro infortunio
bajo fría losa de canos cirios
una tarde mortecina de junio
sepultaron tus sueños y los míos.

El ocre amargo y fiero
que otrora fue riqueza consagrada
por tus manos curtidas de labriego
hoy es cruel flagelo
que desgarra mi pecho.

Una cruz tú medalla;
un cajón y un laurel por recompensa
es todo lo que llevas
en tu última batalla.

Descansa compañero, amigo mío
deja que la tierra que tanto amaste
a tú cansado cuerpo de cobijo
mientras duermes el sueño dulce, eterno
del cielo prometido.








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