La mar al silencio hechiza en mesura
y al cielo embeleza con su belleza
cuando desnuda con gran sutileza
su estela abandona en noches obscuras.
Su canto se eleva y dulce musita
amores que lleva y vela en secreto
en un abismo de aguas azuritas
en donde dormitan mustios y quietos.
Más cuando la angustia aviva y agita
la herida que triste guarda escondida
desata con furia y saña inaudita
las penas que arrastra su alma dolida.
Y de su vientre fecundo sediente
vomita el calvario y negra sentencia
de haber amado silente presencia
y hoy, de su pasión es indiferente.
Callado, abatido el acantilado
mira con tristeza como su amada
de todo su amor ya se ha olvidado
y llora gotas de arena dorada.
Así continuan juntos y distante
amandose tanto en silencio eterno
Por no compreder lo más importante
que para amarse se dice "te quiero".
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© Madrigal. Poema Registrado
Todos los derechos reservados.
Se permite la reproducción citando al autor.
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