De dulce mirada
silente, invisible
se ve tras los vidrios
un niño muy triste.
De labios de fuego
de vientres de pozo
con huesos pequeños
un ángel sin rostro.
De cara muy sucia
con llanto en los ojos
se duerme en la lluvia
perdido, tan solo.
Y sueña los sueños
de amargo cemento
donde se refugia
de negro abandono.
No tiene tesoros,
cariños, reposo;
ni abrigo, ni techo
ni pan ni consuelo.
Herido y esquivo
la vida se juega
en calles lascivas
evade peligros.
Un duende descalzo
que miras y olvidas
tras un parabrisas
y verdes semáforos.
...la dulce mirada
...la risa anhulada
se queda perdida
sin una esperanza.
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© 2012 Madrigal. Poema registrado
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