Friday, May 18, 2012

Ocaso y Recuerdos




Los últimos rayos del día, poco a poco van acariciando la frescura de una tarde perezosa de verano, cobijando en su nostálgico embrace los cantares de los pájaros, mientras que en la lejanía, las cigarras y los grillos entonando van sus voces.

Pero en medio del embrujo se escucha un triste llanto.

De cunclillas en los pies de un peldaño de una estatua de marmol, una sombra muy queda solloza. En una mano tiene un ramo de violetas salpicado con gardenias, que lo ciñe con tal fuerza que parece estarle sofocando. Con su otra mano poca a poco va quitando la alfombra de hojas secas que se han ido acumulando a los lados de la estatua, cortesía de un viejo olmo que se encuentra no muy lejos de esta. 

En si, la estauta, el olmo y la sombra se encuentra en un pequeño rinconcito de un jardín que parece suspendido en un tiempo ya lejano, con sus caminitos y sus secretos dulcemente resguardados.

Tan ensimismada esta la sombra en su tarea que no se ha dado cuenta que la tarde seduciendo esta la noche con su encanto. Y en el cielo se dibujan los colores que reflejan las violetas que estrujando esta en su mano, o tal vez será que sus lágrimas no le dejan percatarse de la bella transición. Mientras que un suave viento meciendo esta las ramas del viejo olmo, que parecen estrecharse lentamente, poco a poco a la sombra que solloza, como si quisiese consolarle de sus penas, de su acobio.

Al terminar de limpiar las hojas, la sombra besa el ramo de flores,y las deposita delicadamente a los pies de esta, Se levanta, se sacude la ropa del polvo, hojas y pequeños reciduos de ramas secas. Con lentitud saca del bolsillo una foto; le acaricia, se la lleva a las mejillas que estan mojadas con el rocío de su llanto, y la guarda nuevamente.

Al final, dejando escapar un suspiro se da cuenta que el tiempo ha llegado, con pasos muy despacios se acerca a la estatua, le toma su mano, y con una sonrisa triste dice adiós al viejo olmo, y su cuerpo inmovil queda.

Solo el ocaso y el viejo árbol saben cual es el secreto de las estatuas, una de roca y otra de marmol, que juntitas hoy se miran con sus manos y sus cuerpos eternamente entrelazados.













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© 2012 Madrigal
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