Al abrir la puerta del pequeño cuarto, tan solo se aprecia la limpieza esterilizada de un lugar sin alma. Un catre pequeño, una mesita y una silla con el respaldo hacia la ventana. Un ligero viento que disturbe la calma, movía las sencillas cortinas.
Al acercarse poco a poco a la cama pequeña, blanca y limpia, el cuerpo inerte de una mujer se aprecia. Su piel blanca nacarada refleja la blancura de las sábanas. En sus manos un rosario resta como última plegaria. En su rostro plácido una sonrisa dulce está dibujada, sin vestigios de haber sido nunca por la vida mancillada.
Al cuarto lo perfuma una rosa disecada con aromas de soledad mezclada. Qué sueños, anhelos y desdichas esta pobre creatura en vida guardara? Porqué nadie ha llegado a prender una vela y encantar una oración para el descanso de tan solitaria alma?
Con gran sutileza la puerta de la pequeña habitación se cierra, dejando adentro soledad triste, amarga.
Y en la mesita de noche una carta sin fecha yace olvidada. Con tan solo unas letras que leían:
"Te esperé toda la vida, aún cuando sabia que tú mi amado nunca llegarías, y hoy fielmente te sigo a tu fría morada".
~NEM
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©2011 Madrigal
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