Por las viejas calles empedradas de una ciudad por la luna embelesada, sus amores va declarando en las voces de la estudiantina, que en cada balcón, cada esquina, eterno amor van jurando. Y en las sombras de la noche una joven vendiendo va sus flores y el eco de sus pasos ya cansados con las voces de la noche se van mezclando.
La luna y los faroles de la callejuela con su luz ebria de nostalgia iluminando están el vestir humilde de la jovenzuela, unas enaguas negras largas que parecen van arrastrando la alegría de otros años y también su triste desencanto. En la cintura lleva ceñido un delantal muy blanco, que con gran esmero lo lavo en las aguas de un rio esperanzado, y amorosa plancho con las piedras de los santos. Una blusa de colores que su nana con cariño le hiciera, y un rebozo de seda el único legado de su madre ya muerta abrigan su cuerpo lánguido, delgado.
En cada ramo de sus flores, la chica con ternura ha tejido, pequeños versos para los enamorados novatos, que no saben profesar con presteza sus quereres. En cada uno de sus ramilletes de rosas, azucenas y claveles, la vendedora de flores, por unos pesos va vendiendo sueños y esperanzas, los sueños son de quien sus flores han comprando y la esperanza, con solo eso ella se queda siempre, siempre añorando.
……………..y en la casa de cartón un pequeño somnoliento espera, el regreso de la rosa
~NEM
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©2011 Madrigal
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