La tierra duerme su sueño invernal, que el cielo ha cobijado con la blancura de su abrigo paternal. Al pasar por esas calles frías y vacías de una ciudad cualquiera, se aprecia un olor a soledad mezclado con perfumes calcinados de maderas alumbradas con luces y quimeras.
La tarde a caído y con ella el aviso de un acaso que se acerca.
En el viejo parque se escucha la algarabía de los niños, que dibujando van piruetas en el lago congelado. Y por lo caminitos del parque los árboles desnudos levantando están sus brazos, como suplicando el cielo un respiro de ese frío cotidiano. Mientras que los amantes furtivos se deslizan en secretas alcobas, escondiendo sus caricias de miradas celosas
En una esquina, una viejecita con paciencia y con esmero atizando está su bracero, y de cuando en cuando meneando está las almendras y cacahuates acaramelados. Mientras que un niñito de escasos años, vertiendo esta copas de delicioso champurrado.
Poco a poco al parque el silencio va cubriendo, ya los niños se han ido a soñar sueños con dragones, princesas y castillos. Los amantes también se han despedido en el umbral de sus puertas, entre besos y promesas de amor eterno, de amor de mil primaveras. Y la viejita contando está las ganancias del día, en el refugio de su humilde choza iluminada por una vela casi consumida.
......y a su nietecito le cobija con su humilde rebozo, esperando que el frío invierno no le robe su único tesoro.
~NEM
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©2011 Madrigal
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