Saturday, September 7, 2013

Libre









En mi huerto, de soledad se han secado

las ramas del arándano

y en sus lánguidos brazos

cantan de tristeza, un coro de pájaros.



Y caen, de mis temblorosas manos,

agostas pesadumbres.

Y quedo, se anidan en mi costado;

lejanos recuerdos y sus perfumes.



Tocan mis cielos, campanas de tardes;

notas de ayeres plácidos,

que mansas van orando

purpúreos rosarios.



Y soltaré en su sombra

el apacible sueño de verano

que de tersas horas, en otros labios

segué, frutos dorados.



Y en ese huerto olvidado

en ese, ese arándano perfumado

vagará ilusionado

mi espíritu infinito y liberado.



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© Madrigal. September 6, 2013.
Todos los derechos reservados.
*Irene Ciunel, árbol solo.

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