Thursday, September 13, 2012

El pueblito que flotaba



Hace mucho tiempo existía un pueblo muy pequeño suspendido entre el cielo y la tierra por hilos de buenos deseos. El pueblecito tenía grandes selvas de ternura y montañas de bondades. Todos los animalitos grandes y chiquitoscorrían y jugaban libremente y los árboles se abrazaban con las nubes blancas de dulzura. En medio de la selva, había un laguna de cristalinas aguas de tolerancia donde se reflejaba  la placidez del lugar.

En este pueblo sencillo, los aldeanos tenían una serie de rituales de acuerdo a la edad y la experiencia de cada ciudadano. Por ejemplo, cada noche los jovenes sembraban estrellas plateadas, luceros y cometas de largas estelas salpicadas de sueños y esperanza, que por la mañana los varones adultos y los ancianos uno a uno en el cofre de la confianzacosechababan y cubrían entre hojas de amor y de generosidad. 

Las mujeres mientras tanto, izaban cada anhelo, cada idea a la inmensidad de los cielos en globos pintados de ilusiones. Y los pequeñines en la laguna pescaban con coloridas cañas pececitos de alegrías, paz y buenaventuras.  

Por las tardes tanto los jovenes como los ancianos, los hombres y las mujeres se reunían 
alrededor de una una gran fogata que alumbraba fantasías en el centro de la aldea, a admirar 
y compartir lo que los más pequeños pescaron durante el día.  

Pero un día, los niños al llegar en la laguna se llevaron una gran sorpresa, las aguas de la laguna
estaban negras y furiosas y en vez de alegrías y aventuras flotaban grandes penas! asustados
corrieron a avisar a sus mayores, que no entendían que estaba pasando. 

Nadie sabía que pasaba, y por más que pensaban y pensaban no daban con la respuesta.
De pronto una anciana arrugadita y encorvada dijo:

- "Oh, que gran tristeza siente mi corazón, pense que nunca más iba a suceder, el hombre 
de la tierra una vez más esta peleando hermano contra hermano, y estan dejando morir 
a la tierra por tanta avaricia", temerosos los aldeanos pregutaron;
- "Pero por qué, si la madre tierra a todos brinde su fruto y protección", la anciano contestó;
- "Por que el hombre ha dejado su corazón endurecerse, y ya no sabe amar más que así mismo". Los aldeanos preguntaron:
-"como les podemos ayudar?" la anciana respondió 
-" Hay que recoger, todos los sueños, las esperanzas, el amor, las alegrías y la generosidad 
que hemos cosechado, y llevarlas a la laguna en barquitas de dulce compasión, 
con veletas de ilusiones, para que llegue a todas partes del mundo y a todos los corazones, 
así el hombre vuelva amarse entre sí, y vuelve a respetar a la tierra, pero sepan que una vez que enviemos 
toda nuestra vendimia, nuestro pueblo se perderá por siempre en el tiempo". 

Todo el pueblo calló, callaron las pájaros, los venados, los conejos, todos todos los animales. También callaron los árboles, las nubes, el cielo, hasta el viento calló.

De pronto como si se hubiesen puesto de acuerdo con una señal invisible todos lo aldeanos gritaron con gran valentía:
-"Vamos, vamos hay que ayudar a nuestros hermanos -el hombre y la tierra-, aún cuando nos perdamos"

Y todos los niños, jovenes, hombres, mujeres y ancianos muy contentos ayudados por todos 
los animales, los árboles y plantas y montañas construyeron miles de barquitas y las mandaron 
al centro de la luguna para que el cielo con su amigo el viento y la lluvia que habita en las nubes hicieran 
llegar todos sus regalos a los hombres y a la tierra.

El pueblo, dicen muchos se ha perdido, pero cuentan algunas buenas almas que ese pueblito
que flotaba entre el cielo y la tierra volverá un día cuando todos los seres humanos construyan
grandes lazos de buenos deseos, de amor y respeto y nunca más se irá de nuestro firmamento.


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© 10 September, 2012. Cuento registrado
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